Lunes^2
Después de una semana de permiso en Málaga por motivos familiares, hoy he vuelto al curro en Sevilla. Me ha dado un poco de morriña volver. No es lo mismo bajar a Málaga un par de días que una semana. Cuando bajo un finde, me siento raro en Málaga, pues ya me voy haciendo a la rutina en Sevilla. Pero en una semana me ha dado tiempo de readaptarme a mi vida en Málaga, y me ha costado más volver. Anoche me acosté tarde colocando cosas, así que hoy tengo un lunes al cuadrado.
Esta vez me he traído a "mis niños" (Jero y Pelusa), que llevaban un mes solitos en el piso de Torremolinos (aunque mi madre les daba una vuelta todos los días). No les hizo ninguna gracia el viaje de dos horas y cuarto encerrados en el transportín. Estuvieron llorando sin parar la primera hora, hasta que se me ocurrió ponerles Frank Sinatra y por fin se tranquilizaron un poco. Gran verdad el dicho de "la música amansa a las fieras". Aunque claro, según con qué musica, porque no creo yo que con el reguetón ése...
Los "niños" ya han pasado su primera noche en el piso. Se habían acostumbrado al transportín y no protestaron a pesar de que no los solté hasta que terminé de meter las cosas en casa. Primero estuvieron explorando la cocina, luego el lavadero/despensa. Jero se atrevió a aventurarse por el pasillo y explorar el salón, pero Pelusa estaba más inseguro y acabó por refugiarse en un rinconcito del mueble de la alacena, del que no se movió durante un par de horas. Al final tuve que ir a buscarlo y hacerle unos mimitos. Cuando por fin se animó a salir tiró unos trastos, se asustó con el ruido y salió disparado como una bala. Después de un rato buscándolo lo encontré atrincherado detrás del sofá. Logré que saliera sobornándolo con comida. Al final de la noche parece que se animó un poco y tomó posesión del salón.
Para quien no lo sepa: los gatos son animales territoriales, pero muy distintos de los perros. Su territorio suele ser más pequeño y lo conocen a la perfección. Saben dónde encontrar comida, y sobre todo, por dónde huir y dónde refugiarse. Es por eso que a los gatos les gusta esconderse en rincones recónditos y pasan de salir cuando los buscamos preocupados. Si sacas a un gato de su territorio, donde se siente a gusto y seguro, y lo llevas lejos, donde no sabe volver, se siente muy inseguro, lo pasa mal y puede llegar a deprimirse.
Cuando me dieron a Jero, estaba acostumbrado a vivir entre las cuatro paredes de un estudio, y el piso se le hacía grande. Le daban mucho miedo los ecos de los ruidos en el pasillo, así que se instaló en un hueco entre el sofá y unas cajas, y no se movió de allí en dos días. Cuando empezó a tomarme confianza, empezó a atreverse a moverse por el salón, pero tardó una semana en perderle el respeto al pasillo. Esta vez ha sido al revés, Jero se lo ha tomado con bastante ánimo y Pelusa es el que me ha salido más cobarde.
Eso sí, el puñetero Jero se ha vengado despertándome a las 5 de la madrugada con sus maullidos. Como no pierda la costumbre, va a hacerse muy "popular" entre los vecinos...
Actualización: cuando he vuelto del trabajo me los he encontrado escondidos detrás del sofá, y cada vez que escuchan ruidos de los vecinos resonando en el pasillo se ponen nerviosos. Todavía no tienen esto dominado...