Blogia
Haddharamma

King Kong rompió los precios y algo más

King Kong rompió los precios y algo más Ahora que se acerca la próxima película de Peter Jackson, tengo una historia que contar.

De pequeño yo era el típico niño con la cabeza llena de fantasías y aventuras. Me encantaban las películas de aventuras, caballeros medievales, superhéroes y pistoleros. Me pasaba gran parte del día imáginandome historias sorprendentes y fantásticas acerca del entorno, como que había fantasmas en algún edificio abandonado, o que la escombrera de detrás de casa en realidad eran las ruinas de una batalla.

Vivía cerca del Hiper (después Pryca, después Carrefour) de Málaga. Ya entonces -a finales de los setenta- hacían campañas de ofertas. Una semana aparecieron con algo emocionante: "King-Kong rompe los precios y los pone más bajos". No sólo era el lema tonto de la campaña; la publicidad anunciaba que habían traído un muñeco King-Kong de verdad de 8 metros de altura, que hasta te agarraba con una mano. Como en la película. Aquella podría ser mi primera gran aventura de verdad.

Estuve toda la semana dándole la lata a mi madre: era interesante... no: era importante... aun más: era imprescindible ir al Hiper a aprovechar esas ofertas tan bajas que anunciaba la publicidad. Y de paso, con la compra te regalaban un tiquet para probar la atracción del King-Kong. "¿Ves mamá? Si los dos salimos ganando..."

Cuando llegamos al aparcamiento, desde lejos no parecía gran cosa, pero de cerca imponía. Y cuando ví cómo aquel bicho mecánico cogía a dos niñas en la palma de una mano, la cerraba y las subía a varios metros de altura, me entró bastante miedo. Sólo de pensar en verme en esa situación se me quitaron las ganas de aventuras.

Pero lo que más me sorprendió fue mi propia reacción de cobardía. Se suponía que de mayor yo iba a ser un aventurero descubridor de tesoros, salvador de princesas indefensas, azote de los malos, restaurador de la justicia en el universo y todo eso. Para salir del trago intenté autoconvencerme que era natural que aquel engendro diera miedo a un niño de 8 años. Claro: cuando fuera mayor ya se iría el miedo y podría enfrentarme a retos mayores...

Pero lo cierto es que aquel desencanto fue el primer signo de que tal vez las cosas no serían tal y como me las imaginaba. De hecho a mis trentiunoscuántos me dan vértigo las alturas, me desmayo si veo sangre y me da pánico subirme a cualquier atracción de feria.

Eso sí, al menos me ha quedado un pequeño triunfo que me llena de orgullo. No sólo no me da miedo volar, sino que me parece una experiencia tan sosa que lo encuentro aburrido. Un trayecto en un cercanías de Renfe o en cualquier autobús urbano proporciona muchas más emociones.

5 comentarios

Epaminondas Pantuli -

No, el kingkong no lo recuerdo, sólo recuerdo la frasecita.

Haddhar -

T.Reflex, tienes razón: para aventuras, las del TRD...

Tyrannosaurus Reflex -

Jejeje... sobre los trayectos en RENFE, tengo algo que añadir (en mi blog, claro)

Por cierto, una regla de oro del cine serie B (hasta la serie Z) es: Desconfía de los animales que multiplican por 10 el tamaño del resto de sus congeneres.

Hiciste bien en no arrimarte.

Haddhar -

¿Llegaste a ver el King-Kong mecánico?

Epaminondas Pantulis -

Nuestros recuerdos coinciden; recuerdo perfectamente que el slogan de Hiper era "Rompe los precios".

Por cierto, bonita foto.