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Haddharamma

Cañones en las esquinas

Tras el último examen de oposiciones de la temporada en Sevilla, y las posteriores mini-vacaciones en Cádiz, aquí está el anecdotario del viaje que os debía. Una semana tarde, por supuesto. Como siempre, la reentrada ha sido más larga que las propias vacaciones. O8^)

- Para un malagueño la autopista de Sevilla a Cádiz es una maravilla. Llana, recta, bien asfaltada, bien señalizada y rodeada de arbolitos. Claro que el mérito no está en que sea autopista. Cuando cogí la autovía A-381 también me pareció muy buena carretera. El secreto está, por supuesto, en que Cádiz es llana, y así cualquiera hace una buena carretera. Que intenten hacer lo mismo en Málaga, que está sembrada de montes.

- En los cascos antiguos de pueblos y ciudades es frecuente ver piedras en las esquinas de las casas. Servían para protegerlas de los roces de las ruedas de los carros (que eran de madera y hierro), ya que los conductores no solían poner mucho cuidado al girar. En Cádiz en lugar de piedras es frecuente ver cañones hincados de pie. Vestigio del pasado marinero, y de la cantidad de barcos hundidos en luchas o naufragios.

- En Cádiz el viento fresquito es el de poniente, que sopla del Atlántico. Baja la temperatura en 5 o 10 grados, y la verdad es que en verano es todo un lujo (imagino que en invierno tiene que ser una tortura). Es uno de las múltiples señales de que Cádiz es una isla. Basta moverse un poco hacia el interior, hasta el Puerto de Santamaría (apenas a unos kilómetros) para que la temperatura suba 5 grados. Y en Jerez no le envidian el calor a los sevillanos.

- "Illo, pisha, shosho, caraho, cohone, nota, ioputa, iolagranputa..." En Cádiz los tacos son la unidad semántica básica con que construyen las frases. Cualquier frase. Hasta para dar la hora.

- Las playas son de arena fina y compacta, que no mancha (porque es arena de verdad; no como lo que en Málaga llamamos arena y que en realidad es tierra puerca). Además son muy llanas y junto con el efecto muy marcado de la marea del Atlántico, cuando hay marea baja la playa crece un montón, y emergen rocas y arrecifes naturales muy bonitos.

- En el casco histórico de Cádiz no tienen problemas con los gorrillas. El remedio es drástico: si no hay aparcamiento, no hay negocio y los gorrillas se van con el cuento a otra parte. Apenas hay tráfico, porque no tienes ningún sitio donde aparcar, y para circular están las vías periféricas. Para el turista es una gloria: puedes pasear tranquilo y sin que te estrese el tráfico. Para los residentes debe de ser una maldición.

- Cádiz tiene dos castillos que defendieron la ciudad frente a los ataques desde el mar. El de Santa Catalina es una pequeña fortaleza donde se puede entrar libremente y tiene un pequeño museo dentro. El Castillo de San Sebastián es una pequeña maravilla, construido sobre un islote cercano al que se accede por una pasarela mitad natural mitad artificial, rodeado de rocas entre las que saltan las lenguas de agua. Sólo se puede entrar en visita guiada y concertada con antelación, así que nos tuvimos que quedar a las puertas.

- La ciudad tardó tiempo en tener un baluarte que la defendiera de invasiones desde tierra, lo cual le costó un par de disgustos. El complejo de la Puerta de Tierra, con los baluartes de San Roque y Santa Catalina fue construido en el siglo XVIII, y comprendía un laberinto de murallas, troneras y almenaras que se cubrían mutuamente, rampas, fosos, puertas, recodos, todo a distintos niveles para confundir al enemigo e impedir que entrara a la carga. En su momento era único en Europa y se consideraba inexpugnable. Jamás fue vencido. Pero el progreso tiene sus idas y sus vueltas, y lo que no pudo la guerra lo pudo la paz. A principios del S.XX esta compleja fortificación de 60.000 m2 estrangulaba el tráfico de entrada y salida de la ciudad, así que en 1933 volaron la mayor parte y dejaron sólo el cachito de muralla que actualmente se conserva como Puerta de Tierra y parte de los baluartes de San Roque y Santa Catalina. Recientemente lo han convertido en museo, te ponen una proyección tridimensional y luego te suben y te dejan estar un rato a tus anchas explorando los recovecos y haciéndote medio carrete de fotos con tu novia.

- En Cádiz al puerto no le llaman el puerto, le llaman el muelle. Cuando hablan de "el puerto", en realidad se refieren al Puerto de Santamaría, lugar de marcha, tapeo y ocio dominguero de la comarca.

- El Puerto de Santamaría es un puerto de río. Y de río podrido. Está construido a un par de km tierra adentro de la desembocadura del Guadalete. No entiendo qué le ven para haberse convertido en el centro de ocio de la comarca. Cádiz le da mil vueltas. Vale, el municipio también tiene Puerto Sherry, que es un puerto pijo, privado y cerrado, y está a varios kilómetros. Y además no ha debido de ir muy bien, vimos varios edificios en obras abandonados desde hace años.

- Donde menos te lo esperas te puedes encontrar con un pesado conocido que presume de ser un buen conocedor de la zona. Por ejemplo en una terraza del Puerto de Santamaría. Y encima te enteras de que es un baboso salido que intentó ligar con tu novia hace años.

- ¿Os he contado qué me cae mal el Puerto de Santamaría? 8^/

- En Jerez cierra todo en domingo. Todo. Museos y monumentos, cines, bares, restaurantes, calles y probablemente hasta los puticlús de guardia. Además todas las plazas clave están cortadas por obras, de manera que cuando intentas orientarte en coche acabas dando vuelta y volviendo una y otra vez al mismo punto. La plaza de la Cruz Vieja fue una pesadilla recurrente, llegamos a pensar que nunca lograríamos escapar de allí. Mi teoría es que se trata de una trampa para retenerte allí dando vueltas hasta el lunes, que abre todo y así te dejas el dinero. Lo que nos costó encontrar un local abierto para comer... Muertos de hambre acabamos dando con un bar cutre de barrio que tenía una variada oferta de tres tapas a cuál más tiesa. Cuando vimos el aspecto apergaminado de la fuente de ensaladilla llegamos a tres conclusiones: 1ª que llevaba hecha desde hacía varios días; 2ª que lo que faltaba no se lo habían comido los clientes sino la propia salmonella; 3ª que el salmorejo es el que aparentaba menores señales de toxicidad. Enfrentados al dilema de morir de hipoglucemia o de intoxicación, nos arriesgamos con el salmorejo, pero tras diez minutos esperando a que el camarero ejecutara la compleja operación de coger un cazo y echar un poco en un cuenco, me acordé de que había parecido ver otro local en la misma manzana, así que pagamos las bebidas y nos largamos. Efectivamente, había un buen restaurante de pescado justo a la vuelta de la esquina y comimos como señores. A veces del infierno al paraíso sólo hay un paso.

- En Cádiz en cambio los museos, monumentos y demás atractivos turísticos cierran el lunes. Tenedlo en cuenta para la planificación de la visita. Aprended de nuestros errores.

P.S. Para no hacer esto más largo, el próximo día hablaremos de la Ruta del Tapeo.

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