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Haddharamma

Hace calor. Afortunadamente.

Hace calor. <i>Afortunadamente.</i> Leyendo este artículo en la bitácora de mi amigo Epaminondas Pantulis acerca del emblemático cartel (un icono extinguido de antaño en los bares malagueños), me animé a continuar su reflexión escribiendo un artículo aquí, en mi bitácora.

Más de una vez me hice las mismas preguntas que Epaminondas cuando al encontrarme con el anuncio del gordo sudoroso con su cerveza Victoria Malagueña y Exquisita. Y también comparto algunas de sus reflexiones: el gordo está sudando de calor, pero a pesar de ello parece contento. Lo lleva bien. Antes la gente asumía el calor del verano y el frío del invierno con la misma naturalidad que la luz del día y la oscuridad de la noche. ¿Acaso lo terrible sería que no hiciera calor en verano y frío en invierno?

La sociedad occidental continua su proceso de desnaturalización. La civilización urbaniza la naturaleza, es decir, la entierra bajo asfalto y hormigón, la esconde y la olvida, pero lo hace convencida de que no se trata de abandono, sino superación. También la carboniza con los icendios forestales, la envenena con los aznalcóllares de turno, y la malvende por unas pocas monedas de oro (de la boda real, eso sí, que tienen más glamour artificial). Pero todo esto da igual porque ya está olvidada.

La naturaleza estorba. Hay que luchar contra ella, vencerla, superarla. Por eso ahora el calor del verano y el frío del invierno molestan, van contra la naturaleza (humana, claro). ¡Qué ofensa! Nosotros aquí civilizando el mundo y la naturaleza tan desconsiderada resistiéndose con sus ciclos y demás puñetas. Los aires acondicionados y calefacciones que se han hecho tan populares en los últimos años no son sino un paso más de desnaturalización, igual que comer en un MacDonalds: ¿dónde está la carne, y lo qué es peor, con qué residuos la han fabricado? Pero da igual: la imitación de lo natural es superior a lo natural, la raza humana es superior, su infinita capacidad de estupidez la aupa a un escalón superior al resto de los animales con su obsoleta naturaleza.

Conseguir un objetivo difícil sin realizar ningún esfuerzo es lo verdaderamente natural. Podemos disfrutar de potajes y caldos caseros de la abuela enlatados y de preparación instantánea, conseguir musculaturas portentosas y adalgazamientos estilizantes en dos semanas sin sudar gracias a nuestro Ortopedic-o-Matic, y bronceados playeros en 30 minutos gracias a nuestro Death-Rays-Solar-Grill, hacer footing o bicicleta sin movernos de la salita del televisor gracias a nuestro Armatost-Enormatic. El color natural del cabello a los sesenta años es el negro-azabache-Grecian-2000, y no esas canas que te hacen aparentar la edad que tienes. Las arrugas no reflejan los años de experiencia, sino la imperdonable dejadez por no combatirlas durante años con potingues y operaciones.

Tómese cualquier alimento, elimínese una parte esencial y nos quedaremos con su verdadera esencia urbana: lo light. Tomamos golosinas sin azúcar, bebidas alcohólicas sin alcohol, frutos transgénicos sin hueso, mayonesa sin huevo, leche deslechada, tabaco sin nicotina y nicotina sin tabaco.

Lo artificial es mejor y eso no se discute. Es mejor la hamburguesa del MacDonnalds, aunque para encontrar la carne haya que encargar un análisis químico a un laboratorio. Es mejor ir estresado circulando en coche (circulación: breve intervalo anómalo entre dos estados estables de atasco), que ir andando disfrutando del paseo. Es mejor aniquilar el silencio de la noche con los estruendos lanzados desde los equipos de ruido (hay quien dice música) de coches maquineros y vecinos que tienen el detalle de imponernos sus gustos. Y por supuesto es mejor pasar frío en verano poniendo el aire acondicionado a 15ºC, y pasar calor en invierno con la calefacción a 30ºC.

Volviendo al cartel que originó toda esta reflexión, sinceramente: el icono del gordo pasando calor me parece un monumento a la sabiduría: ese señor pasa calor y no se amarga por ello, al contrario, disfruta de las cosas del verano. Como se disfruta de la luz de un domingo por la mañana; y de la tranquila intimidad de la oscuridad nocturna.

Hace calor porque es verano y toca. ¿No es estupendo?

1 comentario

Arthur -

Efectivamente, debería hacer calor porque es verano. ¿Entonces porqué me está creciendo un carámbano en la oreja derecha mientras tecleo esto? La respuesta es sencilla, estoy al ladito de uno de esos aparatos de aire acondicionado controlados desde algún oscuro lugar, por un encargado de mantenimiento que decide la temperatura ideal... de congelación de los empleados de mi centro. Ay. Y lo peor es que cuando salga a la calle, me descongelaré de golpe, lo que no puede ser bueno, pero no podré más que agradecer el calorcito del sol . ¡Ay, cuanta razón tienes y cuanta envidia me da el gordo de la Victoria fresquita, sentado en su terracita veraniega! Eso sí, se podía quitar la corbata...